domingo, 19 de febrero de 2012

Ramiro

-Sigo sin entender.
-Que es lo que no entendés?
-Nada... Es decir, entiendo todo pero no le encuentro razón.
El hombre joven sonrió, nada parecía molestarlo. Y eso era lo que a Jorge mas le rompía las pelotas. Le hacia acordar a esos testigos de jehova que solían golpearle la puerta los sábados a la mañana y que soportaban estoicamente desde su cinismo hasta sus puteadas. La diferencia es que este muchacho no creía en ningún tipo de religión .
-La razón te la expliqué mil veces, pero puedo seguir explicándotela mil veces mas. De hecho, no me importa si no lo entendés nunca. Solo me importa que estés bien, nada mas.
-Por que haces esto?
-Primero que nada porque me caes bien. Aprendo mucho con vos cuando estas de buen humor. Sos una persona agradable para conversar. Y segundo porque vos y yo sabemos perfectamente que esto es necesario y alguien lo tiene que hacer.
-“Necesario, necesario”.... Me pregunto si los comunistas también creyeron necesario matar diez millones de personas.....
El muchacho seguía inmutable.
-Sabes bien que no estoy de acuerdo con lo que hicieron los comunistas. Al igual que tampoco estoy de acuerdo con lo que hicieron los nazis ni los capitalistas. Aparte no creo que sea necesaria ni una sola muerte para que podamos vivir en paz, bien sabes que...
-Si si si, ya me lo explicaste mil veces-
interrumpe Jorge- Que ironía, quería tratar de hacerte
enojar y al final me hiciste enojar vos a mi.
-Pero por que te enojas?
-Si vos tuvieras mi edad lo entenderías. Así como yo no logro entender lo que vos me decís, vos no entendés porque me enojo.
-No, Jorge, yo entiendo que los cambios fueron muchos para vos, entiendo que el impacto puede ser grande, pero si el cambio fue para mejor y para todos, si vos hoy vivís mejor que antes, porque te enojas?
-No se! No se! No soy un sabelotodo como ustedes! Ustedes que nunca se enojan, que son perfectos, que no tienen problemas.... eso, problemas.... extraño los problemas... acá nadie tiene problemas! Eso no puede estar bien!
-Acaso los problemas, no están para ser solucionados Jorge?
-Si, si, para eso están.
-Y si los solucionamos, para que deberíamos buscar mas? Aparte no creas que no tenemos problemas. Tenemos, si, y muchos. Lo que pasa es que ahora les buscamos una verdadera solución. No tenemos los problemas que teníamos antes, los que angustian. Siria que no tenemos angustia mas bien, pero....
-Bue, para, para – interrumpe abruptamente Jorge a su interlocutor- Ya te dije que a mi no me vengas a enroscar la vívora con froid, la psicología y todas esas pelotudeces eh..
-No jorge, no es psicología...
-No importa -vuelve a cortar Jorge- lo que sea, yo se que esto no puede estar bien.
Se produce un pequeño silencio y el muchacho, de unos 35 años, pero que aparenta tener muchos menos, se levanta y al llegar a la puerta se vuelve y dice:
-Jorge, lo que me sobra es tiempo, si querés seguimos mañana, esto no tiene porque ser así, no tenemos que pelearnos. Yo me retiro y paso mañana para ver si querés charlar. Y si no avisame. No tengo mucho que hacer, pero puedo hacer otras cosas también.
-Anda pibe, no creo que quiera verte mañana­ - Responde fríamente Jorge.
-No hay problema. Cuando tengas ganas me llamas. Igual acordate. Yo no busco nada, solo quiero que disfrutes de la vida. Y si no querés disfrutar y esa es tu decisión tampoco me opongo ni me enojo.
-Si, bla bla bla. Chau flaco, tomatelas.
Jorge se da vuelta y se pone a mirar la pared como si ya no hubiera nadie en el cuarto mientras el muchacho se retira sin dar muestras de estar ofendido por sus desaires de viejo cabrón.
Me pase con el pibe” piensa Jorge mientras mira la pared curva “pero es que no se va a enojar nunca!?”
Era enojarlo lo que quería? Jorge no sabría decirlo. Pero había algo realmente molesto en esa actitud. De vuelta le vinieron a la mente los Testigos de Jehova, y luego los evangelistas y los krishna, que en su época de juventud soportaban los ataques (verbales y físicos) de la gente que los molestaba. Pero había algo distinto en todo esto. Los religiosos de su época buscaban adeptos y si era necesario soportaban varios tipos de castigo por acercar gente a su “fe”, pero Jorge bien sabia que eso era solo una estrategia, y que podían ser bastante violentos si se lo proponían. En cambio, esta gente de ahora, no era así. En principio no tenían fe. No creían ciegamente en nada, todo debía tener una razón y esto incluso podía cambiar fácilmente. La única muletilla que repetían invariablemente era “la única verdad es el cambio, todo lo demás puede cambiar”. Un juego de palabras que Jorge consideraba estúpido. Pero también sabia que esta afirmación era tan cierta como estúpida le sonaba. La puta que era cierto, se lo iban a contar a el! Como paso? Como llego hasta acá, hasta esta casa redonda con forma de cúpula que ni siquiera estaba hecha con ladrillos, o cemento. Ni hierro. Que clase de casa era esa. Era amplia, si, y era confortable. A decir verdad y aunque jamas lo aceptaría en publico, era una de las casas mas cómodas y funcionales en las que había vivido. Y si quería, podía cambiarse a otra, parecida a esta tal vez, pero con otra forma y otra distribución aunque igual de cómoda y segura. Y aun mas, sabia que si quería, podía irse a otra ciudad y ocupar una casa, en tanto y en cuanto hubiera disponibilidad, lo cual, claro, podía consultar de antemano desde la computadora que tenia asignada, o de cualquiera que estuviera en los lugares de consulta publica. Porque acá nada era de nadie, nadie tenia nada. Solo lo usaban cuando lo necesitaban y luego lo dejaban. Y eso a Jorge lo enervaba y molestaba profundamente. Se enojaba cuando debía dejar el vehículo que el había adoptado para que lo use otro. El quería tenerlo en su garaje y lavarlo y cambiarle el aceite y llevarlo al mecánico.... el mecánico, ya no existía tal cosa, ya casi lo había olvidado. Si un auto se descomponía, cualquiera lo podía reparar, era solo cuestión de llevarlo hasta un centro de autos, en donde podría conseguir los manuales, los planos , los instructivos y las piezas necesarias para repararlo. Es mas, en realidad estos autos estaban hechos para que hasta un nene los pudiera reparar. Todas las partes eran módulos que entraban en un solo lugar y de una sola manera. No llevaban tuercas ni tornillos salvo casos muy puntuales y de hecho el mismo auto indicaba cual era la falla y muchas veces, daba detalles de como repararla si esto era posible. Es mas, si la falla podía representar algún potencial riesgo para quienes lo utilizaban o para terceros, este se detenía y no continuaba su marcha hasta que la avería no fuera reparada. Jorge siempre se preguntaba que haría si el auto que el manejaba se descomponía. Seguramente lo dejaría en donde estaba. Siempre aparecería algún boludo dispuesto a arreglarlo. Igualmente, en prácticamente 2 años, jorge no había visto mas de dos autos averiados. Ni los neumáticos se pinchaban! Mitad porque ya casi no había autos con neumáticos. Estaban esos nuevos electrolizadores y los que tenían las nosequecarajo antigravedad y asi. Como mierda podía uno acostumbrarse a todo eso en 2 años! Ya nadie manejaba los autos, estos se manejaban solos. Uno se subía y le indicaba a donde quería ir y el auto lo llevaba. Siempre se podía conducir manualmente, pero de todas formas el auto no se salia de los carriles y tampoco superaba las velocidades establecidas para cada sector. Que clase de vida era esta! Ni siquiera hacían ruido los motores. Ni de los autos mas viejos, que tenían motor eléctrico. Ni hablar de nafta o aceite. Si bien todavía se utilizaban para cuestiones especificas, ya casi no existían motores a explosión interna.
La verdad es que era bastante raro utilizar un auto. La gente caminaba o andaba en bicicleta o vehículos propulsados por algún tipo de ejercicio humano. Y si no, había miles de sistemas de transporte publico. Todos eran alguna especie de tren, podían ser subterráneos o aéreos, colgados de rieles o sostenidos por un túnel, impulsados magneticamente o por élices o turbofans, pero todos parecía un tren, a excepción de los barcos. Hoy jorge, que vivía cerca de Buenos Aires, podía ir a merendar a miami y volver en el día. Y con una probabilidad de menos del 0,001 % de sufrir un accidente en el viaje (según rezaba en las pantallas de las terminales, donde informaban la estadística de accidentes al minuto). Ni hablar de uno mortal o grave, Jorge no recordaba la ultima vez que escucho de alguien que muriera en un accidente de “transporte”. Y sin embargo, aunque todo parecía mejor, aunque Jorge ya tenia 65 años y parecía poder vivir al menos 40 años mas sin problemas, aunque podía conocer el mundo, tener sexo, probar comidas exóticas, tener hijos, no trabajar jamas, hacer prácticamente lo que quiera de su vida, aun así, Jorge no estaba contento. No se “adaptaba”, y es por eso que ramiro, el muchacho a quien acababa de despedir en forma poco amistosa, lo iba a visitar cada dos o tres días. Y si no era Ramiro, iba Guillermo, o Caléndula o Hebra de Sol. Y aunque no le ocultaban que lo estaban “monitoreando”, lo dejaban hacer lo que quería y respondían a todas sus preguntas y rabietas con infinita paciencia, y hasta llegaban a pasar ratos muy buenos, en los que Jorge, muy a su pesar y sin aceptarlo jamas, se divertía y disfrutaba.
Pero había días también, días como hoy, en que Jorge se sentía entre nostálgico y enojado. No sabia como describir con exactitud ese sentimiento. Le pasaba que recordaba “sus tiempos” y no podía evitar enojarse con este nuevo tipo de sociedad. Si bien ahora casi nadie sufría hambre, las guerras eran cosa del pasado y la violencia era algo bastante raro, si bien ahora no había casi efecto invernadero, el planeta parecía haber aplacado en gran parte los desastres naturales y nadie estaba obligado a trabajar, aunque muchos lo hicieran, por el solo gusto de hacerlo, aun así, y cuando Jorge sabia que esto era bueno, el seguía extrañando la sociedad anterior,. Y le daba bronca que lo obligaran a vivir de esta manera. En realidad, nadie lo obligaba, pero como todos vivían así, Jorge no podía vivir de otra manera. Había intentado volver a armar una ciudad a la antigua, con gobierno, coches con nafta, policía, y por sobre todas las cosas dinero. Negocios, restaurantes, panaderías, farmacias, semáforos, asfalto, edificios, todo como antes. Y aunque en principio consiguió algunos adeptos que como el añoraban las épocas pasadas, de a poco todos se fueron yendo a las nuevas ciudades, particularmente porque no encontraban a nadie que quisiera trabajar para ellos, y menos aun por dinero. El dinero ya no servía para nada. Cuando sus adeptos entendieron que si necesitaban algo no tenían mas que ir a las nuevas ciudades y tomarlo, y se dieron cuenta que las nuevas ciudades eran realmente cómodas, y que sus hijos estaban allí seguros, y que había muy buen clima entre los ciudadanos, y que nadie debía trabajar 8 o 10 o 12 horas ni esforzarse porque casi todas las tareas que requerían esfuerzo eran realizadas por maquinas... Fue entonces que sus adeptos empezaron a quedarse cada ves mas tiempo en las nuevas ciudades y de pronto Jorge se vio en una ciudad que se caía a pedazos, y sin nadie a quien gobernar, y no pudo mas que irse a una nueva ciudad y vivir allí, aunque lejos de todos los que conocía y que habían participado en su aventura, para evitar la vergüenza.
Cada vez que jorge recordaba esto, Se envenenaba y puteaba y carajeaba y rompía todo lo que podía romper (cosa que era bastante difícil, ya que había pocas cosas que podían romperse fácilmente en este nuevo mundo). Maltrataba a los vecinos, a la gente que pasaba por la calle, a sus observadores, a todos. Jorge recordaba bien cuando una vez había intentado golpear algún desprevenido transeúnte durante una de sus rabietas, con el solo fin de infringirle daño, dado que veía en el y en todos a sus carceleros que le obligaban a vivir de esa manera. Lo agarro de la ropa y quiso cagarlo a trompadas, pero esta persona se libero de sus manos con la ayuda de otros que pasaban por ahí, y se metieron en una casa a la que Jorge no pudo entrar.. De pronto jorge vio que no había nadie a la vista cerca de él. Ni vehículos ni casas abiertas. Nada. Eventualmente veía a alguien en una ventana que lo observaba extrañado, pero no había nadie a su alcance. Jorge comenzó a correr desaforado, intentando romper algo a su paso, lo que le valió unos cuantos moretones y ningún daño a los elementos que atacaba, pero por donde anduviera, no encontraba a nadie. Corrió un buen rato hasta que se cansó y se sentó en un banco de la “plaza” a descansar. Ese día conoció a Ramiro.
Este se le acercó junto a otros dos jóvenes, un rato después de que jorge se sentara en el banco. Manteniendo una distancia prudencial, le pregunto: -Esta bien señor? Lo vimos golpearse y queríamos saber si necesita ayuda, si quiere que lo revisemos para ver que no se halla hecho daño.
Jorge lo miro desconfiado, pensando en que seguramente eran una especie de policías que probablemente lo llevarían preso por lo que había hecho . Quizás, lo ultimarían ahí mismo con algún rayo de nosequemierda que seguramente habrían desarrollado a estas alturas. Esperaba al menos una reprimenda eléctrica o algo así. Y se quedo sentado sin dar señales de tener miedo, es mas, con gesto desafiante, esperando su merecido castigo, fuera lo que fuera, mitad porque ya tampoco tenia fuerzas para defenderse. Pero el castigo nunca llegó.
-Esta bien? - Volvió a preguntar el joven.
-Que mierda te importa como estoy!! - le respondió Jorge, casi gritando.- Llevame a donde me tengas que llevar, haceme la mierda que me tengas que hacer, pero no trates de demostrar que te interesas en mi porque te vas a ganar una buena patada en el orto, aunque sea lo ultimo que haga, pedazo de forro....!!
-Disculpe, no se ponga así – El joven dio un paso atrás, aunque no parecía tener miedo- Mi nombre es Ramiro, vimos como golpeo varios bancos y dispositivos y pensamos que quizás se podría haber lastimado, por eso decidimos venir a ayudarlo.
-Y quien carajo te dijo que necesito ayuda? Pendejo de mierda.
-Bueno, disculpe nuevamente, no era nuestra intención molestarlo- dijo Ramiro.
Acto seguido, este, junto sus acompañantes, giraron sobre sus talones y emprendieron la retirada. Jorge se quedo pensativo y sin saber porque, o mas bien sabiendo pero no aceptándolo, le dijo:
- Esperá pibe, perá. Disculpa el exabrupto, pasa que ando medio desubicado, viste. No quería hacer quilombo, pero pasa que no me encuentro bien, estoy un poco solo, no tengo a nadie con quien hablar- Jorge sonaba ahora entre calmado y desolado. Como si le hubieran caído 20 años encima.
- No tiene ningún familiar o amigo? - le pregunto Ramiro
- No pibe, no tengo, y los que pudiera tener seguramente no quieren verme. Solo quiero alguien para charlar.
Ramiro estaba visiblemente extrañado
-Bueno, si me lo pide de esa manera... - y le tendió la mano mientras se presentaba- Me llamo Ramiro, ellos son Guillermo y Esteban – Dijo, mientras señalaba a sus dos acompañantes.
-Que tal, yo soy Jorge.

No hay comentarios:

Publicar un comentario