-Sigo
sin entender.
-Que
es lo que no entendés?
-Nada...
Es decir, entiendo todo pero no le encuentro razón.
El
hombre joven sonrió, nada parecía molestarlo. Y eso era lo que a
Jorge mas le rompía las pelotas. Le hacia acordar a esos testigos de
jehova que solían golpearle la puerta los sábados a la mañana y
que soportaban estoicamente desde su cinismo hasta sus puteadas. La
diferencia es que este muchacho no creía en ningún tipo de religión
.
-La
razón te la expliqué mil veces, pero puedo seguir explicándotela
mil veces mas. De hecho, no me importa si no lo entendés nunca. Solo
me importa que estés bien, nada mas.
-Por
que haces esto?
-Primero
que nada porque me caes bien. Aprendo mucho con vos cuando estas de
buen humor. Sos una persona agradable para conversar. Y segundo
porque vos y yo sabemos perfectamente que esto es necesario y
alguien lo tiene que hacer.
-“Necesario,
necesario”.... Me pregunto si los comunistas también creyeron
necesario matar diez millones de personas.....
El
muchacho seguía inmutable.
-Sabes
bien que no estoy de acuerdo con lo que hicieron los comunistas. Al
igual que tampoco estoy de acuerdo con lo que hicieron los nazis ni
los capitalistas. Aparte no creo que sea necesaria ni una sola muerte
para que podamos vivir en paz, bien sabes que...
enojar
y al final me hiciste enojar vos a mi.
-Pero
por que te enojas?
-Si
vos tuvieras mi edad lo entenderías. Así como yo no logro entender
lo que vos me decís, vos no entendés porque me enojo.
-No,
Jorge, yo entiendo que los cambios fueron muchos para vos, entiendo
que el impacto puede ser grande, pero si el cambio fue para mejor y
para todos, si vos hoy vivís mejor que antes, porque te enojas?
-No
se! No se! No soy un sabelotodo como ustedes! Ustedes que nunca se
enojan, que son perfectos, que no tienen problemas.... eso,
problemas.... extraño los problemas... acá nadie tiene problemas!
Eso no puede estar bien!
-Acaso
los problemas, no están para ser solucionados Jorge?
-Si,
si, para eso están.
-Y si
los solucionamos, para que deberíamos buscar mas? Aparte no creas
que no tenemos problemas. Tenemos, si, y muchos. Lo que pasa es que
ahora les buscamos una verdadera solución. No tenemos los problemas
que teníamos antes, los que angustian. Siria que no tenemos angustia
mas bien, pero....
-Bue,
para, para – interrumpe abruptamente Jorge a su interlocutor- Ya te
dije que a mi no me vengas a enroscar la vívora con froid, la
psicología y todas esas pelotudeces eh..
-No
jorge, no es psicología...
-No
importa -vuelve a cortar Jorge- lo que sea, yo se que esto no puede
estar bien.
Se
produce un pequeño silencio y el muchacho, de unos 35 años, pero
que aparenta tener muchos menos, se levanta y al llegar a la puerta
se vuelve y dice:
-Jorge,
lo que me sobra es tiempo, si querés seguimos mañana, esto no tiene
porque ser así, no tenemos que pelearnos. Yo me retiro y paso mañana
para ver si querés charlar. Y si no avisame. No tengo mucho que
hacer, pero puedo hacer otras cosas también.
-Anda
pibe, no creo que quiera verte mañana - Responde fríamente
Jorge.
-No
hay problema. Cuando tengas ganas me llamas. Igual acordate. Yo no
busco nada, solo quiero que disfrutes de la vida. Y si no querés
disfrutar y esa es tu decisión tampoco me opongo ni me enojo.
-Si,
bla bla bla. Chau flaco, tomatelas.
Jorge
se da vuelta y se pone a mirar la pared como si ya no hubiera nadie
en el cuarto mientras el muchacho se retira sin dar muestras de
estar ofendido por sus desaires de viejo cabrón.
“Me
pase con el pibe” piensa Jorge mientras mira la pared curva “pero
es que no se va a enojar nunca!?”
Era
enojarlo lo que quería? Jorge no sabría decirlo. Pero había algo
realmente molesto en esa actitud. De vuelta le vinieron a la mente
los Testigos de Jehova, y luego los evangelistas y los krishna, que
en su época de juventud soportaban los ataques (verbales y físicos)
de la gente que los molestaba. Pero había algo distinto en todo
esto. Los religiosos de su época buscaban adeptos y si era necesario
soportaban varios tipos de castigo por acercar gente a su “fe”,
pero Jorge bien sabia que eso era solo una estrategia, y que podían
ser bastante violentos si se lo proponían. En cambio, esta gente de
ahora, no era así. En principio no tenían fe. No creían ciegamente
en nada, todo debía tener una razón y esto incluso podía cambiar
fácilmente. La única muletilla que repetían invariablemente era
“la única verdad es el cambio, todo lo demás puede cambiar”. Un
juego de palabras que Jorge consideraba estúpido. Pero también
sabia que esta afirmación era tan cierta como estúpida le sonaba.
La puta que era cierto, se lo iban a contar a el! Como paso? Como
llego hasta acá, hasta esta casa redonda con forma de cúpula que ni
siquiera estaba hecha con ladrillos, o cemento. Ni hierro. Que clase
de casa era esa. Era amplia, si, y era confortable. A decir verdad y
aunque jamas lo aceptaría en publico, era una de las casas mas
cómodas y funcionales en las que había vivido. Y si quería, podía
cambiarse a otra, parecida a esta tal vez, pero con otra forma y otra
distribución aunque igual de cómoda y segura. Y aun mas, sabia que
si quería, podía irse a otra ciudad y ocupar una casa, en tanto y
en cuanto hubiera disponibilidad, lo cual, claro, podía consultar de
antemano desde la computadora que tenia asignada, o de cualquiera que
estuviera en los lugares de consulta publica. Porque acá nada era de
nadie, nadie tenia nada. Solo lo usaban cuando lo necesitaban y luego
lo dejaban. Y eso a Jorge lo enervaba y molestaba profundamente. Se
enojaba cuando debía dejar el vehículo que el había adoptado para
que lo use otro. El quería tenerlo en su garaje y lavarlo y
cambiarle el aceite y llevarlo al mecánico.... el mecánico, ya no
existía tal cosa, ya casi lo había olvidado. Si un auto se
descomponía, cualquiera lo podía reparar, era solo cuestión de
llevarlo hasta un centro de autos, en donde podría conseguir los
manuales, los planos , los instructivos y las piezas necesarias para
repararlo. Es mas, en realidad estos autos estaban hechos para que
hasta un nene los pudiera reparar. Todas las partes eran módulos que
entraban en un solo lugar y de una sola manera. No llevaban tuercas
ni tornillos salvo casos muy puntuales y de hecho el mismo auto
indicaba cual era la falla y muchas veces, daba detalles de como
repararla si esto era posible. Es mas, si la falla podía representar
algún potencial riesgo para quienes lo utilizaban o para terceros,
este se detenía y no continuaba su marcha hasta que la avería no
fuera reparada. Jorge siempre se preguntaba que haría si el auto
que el manejaba se descomponía. Seguramente lo dejaría en donde
estaba. Siempre aparecería algún boludo dispuesto a arreglarlo.
Igualmente, en prácticamente 2 años, jorge no había visto mas de
dos autos averiados. Ni los neumáticos se pinchaban! Mitad porque ya
casi no había autos con neumáticos. Estaban esos nuevos
electrolizadores y los que tenían las nosequecarajo antigravedad y
asi. Como mierda podía uno acostumbrarse a todo eso en 2 años! Ya
nadie manejaba los autos, estos se manejaban solos. Uno se subía y
le indicaba a donde quería ir y el auto lo llevaba. Siempre se podía
conducir manualmente, pero de todas formas el auto no se salia de
los carriles y tampoco superaba las velocidades establecidas para
cada sector. Que clase de vida era esta! Ni siquiera hacían ruido
los motores. Ni de los autos mas viejos, que tenían motor eléctrico.
Ni hablar de nafta o aceite. Si bien todavía se utilizaban para
cuestiones especificas, ya casi no existían motores a explosión
interna.
La
verdad es que era bastante raro utilizar un auto. La gente caminaba
o andaba en bicicleta o vehículos propulsados por algún tipo de
ejercicio humano. Y si no, había miles de sistemas de transporte
publico. Todos eran alguna especie de tren, podían ser subterráneos
o aéreos, colgados de rieles o sostenidos por un túnel, impulsados
magneticamente o por élices o turbofans, pero todos parecía un
tren, a excepción de los barcos. Hoy jorge, que vivía cerca de
Buenos Aires, podía ir a merendar a miami y volver en el día. Y con
una probabilidad de menos del 0,001 % de sufrir un accidente en el
viaje (según rezaba en las pantallas de las terminales, donde
informaban la estadística de accidentes al minuto). Ni hablar de uno
mortal o grave, Jorge no recordaba la ultima vez que escucho de
alguien que muriera en un accidente de “transporte”. Y sin
embargo, aunque todo parecía mejor, aunque Jorge ya tenia 65 años y
parecía poder vivir al menos 40 años mas sin problemas, aunque
podía conocer el mundo, tener sexo, probar comidas exóticas, tener
hijos, no trabajar jamas, hacer prácticamente lo que quiera de su
vida, aun así, Jorge no estaba contento. No se “adaptaba”, y es
por eso que ramiro, el muchacho a quien acababa de despedir en forma
poco amistosa, lo iba a visitar cada dos o tres días. Y si no era
Ramiro, iba Guillermo, o Caléndula o Hebra de Sol. Y aunque no le
ocultaban que lo estaban “monitoreando”, lo dejaban hacer lo que
quería y respondían a todas sus preguntas y rabietas con infinita
paciencia, y hasta llegaban a pasar ratos muy buenos, en los que
Jorge, muy a su pesar y sin aceptarlo jamas, se divertía y
disfrutaba.
Pero había días
también, días como hoy, en que Jorge se sentía entre nostálgico y
enojado. No sabia como describir con exactitud ese sentimiento. Le
pasaba que recordaba “sus tiempos” y no podía evitar enojarse
con este nuevo tipo de sociedad. Si bien ahora casi nadie sufría
hambre, las guerras eran cosa del pasado y la violencia era algo
bastante raro, si bien ahora no había casi efecto invernadero, el
planeta parecía haber aplacado en gran parte los desastres naturales
y nadie estaba obligado a trabajar, aunque muchos lo hicieran, por el
solo gusto de hacerlo, aun así, y cuando Jorge sabia que esto era
bueno, el seguía extrañando la sociedad anterior,. Y le daba bronca
que lo obligaran a vivir de esta manera. En realidad, nadie lo
obligaba, pero como todos vivían así, Jorge no podía vivir de otra
manera. Había intentado volver a armar una ciudad a la antigua, con
gobierno, coches con nafta, policía, y por sobre todas las cosas
dinero. Negocios, restaurantes, panaderías, farmacias, semáforos,
asfalto, edificios, todo como antes. Y aunque en principio consiguió
algunos adeptos que como el añoraban las épocas pasadas, de a poco
todos se fueron yendo a las nuevas ciudades, particularmente porque
no encontraban a nadie que quisiera trabajar para ellos, y menos aun
por dinero. El dinero ya no servía para nada. Cuando sus adeptos
entendieron que si necesitaban algo no tenían mas que ir a las
nuevas ciudades y tomarlo, y se dieron cuenta que las nuevas ciudades
eran realmente cómodas, y que sus hijos estaban allí seguros, y que
había muy buen clima entre los ciudadanos, y que nadie debía
trabajar 8 o 10 o 12 horas ni esforzarse porque casi todas las tareas
que requerían esfuerzo eran realizadas por maquinas... Fue entonces
que sus adeptos empezaron a quedarse cada ves mas tiempo en las
nuevas ciudades y de pronto Jorge se vio en una ciudad que se caía a
pedazos, y sin nadie a quien gobernar, y no pudo mas que irse a una
nueva ciudad y vivir allí, aunque lejos de todos los que conocía y
que habían participado en su aventura, para evitar la vergüenza.
Cada vez que jorge
recordaba esto, Se envenenaba y puteaba y carajeaba y rompía todo lo
que podía romper (cosa que era bastante difícil, ya que había
pocas cosas que podían romperse fácilmente en este nuevo mundo).
Maltrataba a los vecinos, a la gente que pasaba por la calle, a sus
observadores, a todos. Jorge recordaba bien cuando una vez había
intentado golpear algún desprevenido transeúnte durante una de sus
rabietas, con el solo fin de infringirle daño, dado que veía en el
y en todos a sus carceleros que le obligaban a vivir de esa manera.
Lo agarro de la ropa y quiso cagarlo a trompadas, pero esta persona
se libero de sus manos con la ayuda de otros que pasaban por ahí, y
se metieron en una casa a la que Jorge no pudo entrar.. De pronto
jorge vio que no había nadie a la vista cerca de él. Ni vehículos
ni casas abiertas. Nada. Eventualmente veía a alguien en una ventana
que lo observaba extrañado, pero no había nadie a su alcance. Jorge
comenzó a correr desaforado, intentando romper algo a su paso, lo
que le valió unos cuantos moretones y ningún daño a los elementos
que atacaba, pero por donde anduviera, no encontraba a nadie. Corrió
un buen rato hasta que se cansó y se sentó en un banco de la
“plaza” a descansar. Ese día conoció a Ramiro.
Este se le acercó junto
a otros dos jóvenes, un rato después de que jorge se sentara en el
banco. Manteniendo una distancia prudencial, le pregunto: -Esta bien
señor? Lo vimos golpearse y queríamos saber si necesita ayuda, si
quiere que lo revisemos para ver que no se halla hecho daño.
Jorge lo miro
desconfiado, pensando en que seguramente eran una especie de policías
que probablemente lo llevarían preso por lo que había hecho .
Quizás, lo ultimarían ahí mismo con algún rayo de nosequemierda
que seguramente habrían desarrollado a estas alturas. Esperaba al
menos una reprimenda eléctrica o algo así. Y se quedo sentado sin
dar señales de tener miedo, es mas, con gesto desafiante, esperando
su merecido castigo, fuera lo que fuera, mitad porque ya tampoco
tenia fuerzas para defenderse. Pero el castigo nunca llegó.
-Esta bien? - Volvió a
preguntar el joven.
-Que mierda te importa
como estoy!! - le respondió Jorge, casi gritando.- Llevame a donde
me tengas que llevar, haceme la mierda que me tengas que hacer, pero
no trates de demostrar que te interesas en mi porque te vas a ganar
una buena patada en el orto, aunque sea lo ultimo que haga, pedazo de
forro....!!
-Disculpe, no se ponga
así – El joven dio un paso atrás, aunque no parecía tener miedo-
Mi nombre es Ramiro, vimos como golpeo varios bancos y dispositivos y
pensamos que quizás se podría haber lastimado, por eso decidimos
venir a ayudarlo.
-Y quien carajo te dijo
que necesito ayuda? Pendejo de mierda.
-Bueno, disculpe
nuevamente, no era nuestra intención molestarlo- dijo Ramiro.
Acto seguido, este, junto
sus acompañantes, giraron sobre sus talones y emprendieron la
retirada. Jorge se quedo pensativo y sin saber porque, o mas bien
sabiendo pero no aceptándolo, le dijo:
- Esperá pibe, perá.
Disculpa el exabrupto, pasa que ando medio desubicado, viste. No
quería hacer quilombo, pero pasa que no me encuentro bien, estoy un
poco solo, no tengo a nadie con quien hablar- Jorge sonaba ahora
entre calmado y desolado. Como si le hubieran caído 20 años encima.
- No tiene ningún
familiar o amigo? - le pregunto Ramiro
- No pibe, no tengo, y
los que pudiera tener seguramente no quieren verme. Solo quiero
alguien para charlar.
Ramiro estaba
visiblemente extrañado
-Bueno, si me lo pide de
esa manera... - y le tendió la mano mientras se presentaba- Me llamo
Ramiro, ellos son Guillermo y Esteban – Dijo, mientras señalaba a
sus dos acompañantes.
-Que tal, yo soy Jorge.
No hay comentarios:
Publicar un comentario