“Estaba
todo riquísimo, sos todo un chef. Me voy a cambiar y te paso a
buscar en una hora, nos vemos galán”. Las palabras de Cale
quedaron resonando por la casa o en su cabeza, Jorge no estaba muy
seguro. Lo único que podía asegurar es que Cale lo tenia cada vez
mas loco. Empezaba a sentirse como un adolescente enamorado, y aunque
siempre había sido un tipo mas bien racional, no veía porque no dar
rienda suelta a sus fantasías. Ya lo tenia decidido, en cuanto le
volviera a parecer que Cale se le insinuaba nuevamente, la encaraba
como zorrino al tren y san se acabó.
Cale y
Ramiro se habían quedado con él hasta tarde, charlando sobre
distintas cosas, particularmente de comida, y tomando unos whiskys,
que dicho sea de paso a Jorge le resultaron realmente ricos. La chica
y el muchacho le explicaron varias cosas acerca de la vida cotidiana,
hablaron de armar la huerta y Ramiro se mostró muy entusiasmado en
ayudar a Jorge con esta. Al parecer a Ramiro no le gustaban mucho las
cuestiones hortícolas, pero si lo relacionado a automatización. Le
prometió a Jorge que el le armaría un sistema de riego.
La verdad
es que Jorge no sabía que hacer para que Ramiro se fuera. No quería
ser descortés, no tanto por Ramiro sino mas bien porque temía que
Cale se enoje con él si lo trataba mal. Ademas, Ramiro era un tipo
cordial y la verdad es que era interesante charlar con él. Pero
debería darse cuenta que Jorge tenía mas ganas de Charlar a solas
con Cale (a solas y con poca ropa, de ser posible).
De todas
formas, aguantó estoicamente hasta que Ramiro decidió emprender
viaje. Por suerte, Caléndula no había hecho mención alguna acerca
de la invitación para la noche. Jorge no estaba seguro si esto era
por complicidad (Jorge había aclarado que de salir no quería que
Ramiro fuera con ellos), o bien porque Caléndula lo había olvidado
o porque intentaba esquivar dicha invitación de la forma mas
elegante posible. Todas sus dudas se disiparon en el momento en que
Ramiro dejo la casa.
-Por fin se
fue este muchacho!- Dijo Cale resoplando-Pensé que se iba a quedar a
dormir. Le tengo mucha estima, pero la verdad es que puede llegar a
ser algo agobiante.
Jorge rió
ante la reacción de Caléndula, y le dijo que concordaba. Luego, le
recordó lo de la salida, para eliminar cualquier duda al respecto.
Cale le respondió:
-Tomamos el
ultimo whisky y me voy hasta casa a cambiarme.
“Buenísimo!!”
pensó Jorge “Entonces venia en serio la cosa”
Tuvieron
una breve charla mientras disfrutaban de sendos alcohólicos
brebajes, hasta que finalmente Cale se fue.
Jorge la
acompañó hasta la vereda y volvió a la casa rápidamente. Su
principal inquietud, ahora, era que saber que ponerse, es decir, no
sabia como se vestía la gente ahora. No había tenido mucha
interacción con nadie y poca atención había prestado a la forma en
que iban vestidos los pocos con los que se cruzó. Por otro lado, no
había estado en ninguna fiesta, por lo que menos aún podía deducir
como se vestían para participar de eventos lúdicos. Aparte, no
quería quedar como un “pendeviejo” y hacer el ridículo. Quería
estar elegante, a tono con el resto, con su edad y personalidad.
Pensó que quizás Ramiro podría ayudarlo, pero tenia miedo de
llamarlo y que este se prenda en la invitación. Era primordial que
Cale y el estén solos, aunque no descartaba la posibilidad de que
ella se encuentre con varios conocidos y amigos en el lugar al que
fueran a ir. Pero ya arrancar de movida en trío le quitaba todo aire
de intimidad a la cita. Descartó por ende la posibilidad de
consultar a Ramiro. Por otro lado, tampoco estaba muy seguro de como
podía hacer para comunicarse con el, no había ningún aparato
parecido a un teléfono en toda la casa. Otro dato que debía
recordar indagar en el futuro.
“Y
entonces, que carajo me pongo” se preguntó. Fue hasta su
habitación y entró en el guardarropa. Hasta el momento, en su
estadía en la ciudad, solo había utilizado las camisas tipo indues
de algodón que había encontrado en este, así como los pantalones
blancos (muy similares a las bombachas gauchas de su época) y esa
suerte de alpargatas de las que todavía no sabia con que material
estaban confeccionadas. Se cambiaba todos los días, dejaba la ropa
sucia en un cajón que decía “Ropa Sucia” y Voila! La ropa
volvía a aparecer en el mismo estante al día siguiente. Teniendo en
cuenta todo lo que Cale y Ramiro le habían explicado, lo mas
probable sería que la casa tuviera un sistema que lavara y
acondicionara la ropa en forma automática. Pero a Jorge nunca se le
había ocurrido cambiar de ropa, ya que hasta el momento, solo había
divagado y paseado por la ciudad, y las cuestiones sociales le habían
tenido sin cuidado. Lo mismo le hubiera dado andar desnudo, cosa que
hizo en algún momento, para tratar de escandalizar a alguien, efecto
que aparentemente no logró. De hecho, Jorge jamas hubiera pensado en
vestirse con semejante indumentaria hace apenas 1 o 2 años atrás.
En general, odiaba o desconfiaba de quienes se vestían con las ropas
que usaba el ahora, con esa onda hippie cruza con indú. Pero cuando
llegó a la ciudad y le asignaron la casa, fueron las únicas
prendas que encontró. Eran realmente cómodas y a decir verdad,
escondían sus “defectos” y exageraban las “virtudes” de su
físico. Es decir, estilizaban bastante su silueta, aunque a este
momento Jorge estaba bastante flaco. Por eso se había acostumbrado
a esos vestidos y nunca había pensado que podía necesitar algún
otro tipo de ropa.
El asunto
es que ahora necesitaba vestirse diferente y en el guardarropa, solo
podía encontrar lo que estaba en los estantes: tres mudas de dicha
ropa, todas del mismo tipo y color.
“Es
que en este mundo nuevo a nadie le importa vestirse bien? Tan poca
ropa usan o hay algo mas a lo que no presté atención” Jorge
empezó a tocar las paredes del guardarropa, para ver si encontraba
algún cajón o puerta oculta en la que hubiera mas prendas de vestir
para elegir. Recordando el episodio de las ventanas, no le extrañaba
que quizás no estuviera encontrando algo que fuera una obviedad,
como las cortinas automáticas que Ramiro tan vergonzosamente le hizo
descubrir. Entonces, recordando dicho episodio, una idea genial le
vino a la cabeza:
-Casa!
Necesito ropa!- Dijo al aire, casi gritando, excitado por su
maravillosa ocurrencia.
- Podés
tomar toda la que esté en el guardarropa – Respondió la casa en
su tono neutral de mayordomo ingles.
“Concha
de la lora, me cagó la guacha!” Pensó Jorge, mientras veía
como su idea, hasta hace un segundo maravillosa, se empezaba a ir por
los caños. De todas formas insistió:
-Necesito
ropa de etiqueta, para una ocasión especial.
-Lamentablemente
no dispones de mas ropa que la que puedas encontrar en los estantes.
Pero puedes buscar mas en un “centro de indumentaria”.
“Claro,
como no se me ocurrió antes” pensó Jorge, a la vez que se
golpeaba la frente con la mano, “debe haber un centro para cada
cosa, como no me dí cuenta”.
-Bueno, y
donde puedo encontrar uno? -Preguntó entonces a la casa.
-Hay uno a
aproximadamente 700 metros de aquí, siguiendo el arco sobre el cual
estamos, en dirección horaria.
Una de las
pocas cosas que había aprendido Jorge de las nuevas ciudades, es que
eran circulares. Las calles podían ser de dos tipos. Arcos, que eran
porciones de círculos concentricos , o cuerdas, que eran calles
rectas que atravesaban la ciudad pasando por su centro. Las
direcciones, entonces, eran del estilo “cuarta casa sentido
horario, arco 10 cuerda 90”. Las cuerdas estaban numeradas según
el angulo que formaban con el punto cardinal Este de la ciudad, el
cual estaba nombrado por convención como angulo 0. De esta manera y
dependiendo del punto de la ciudad en el que uno se encontrara,
estaban las distintas cuerdas. Las principales eran 0, 45, 90, 135,
180 y así. A medida que uno se alejaba del centro de la ciudad, se
intercalaban cuerdas nuevas, 22, o 67, y así. Los arcos, estaban
numerados desde adentro hacia afuera, según el circulo al que
pertenecieran, es decir, circulo 0 era el inicial, y 1, 2 , 3 , etc,
saliendo hacia afuera.
“700
metros, no es mucho, pero voy a tardar como 15 minutos en ir y
volver. Y un rato mas en elegir la ropa, si es algo fácil de hacer.
Caléndula dijo que pasaba en una hora, me quedan unos 45 minutos.
Que cagada. Si supiera tomar los trenes.” Entonces, Jorge recordó
haber visto unos vehículos para solo una persona transitando por la
calle. No sabia ni como se llamaban, pero calculaba que la
computadora lo podría informar.
-Casa, como
puedo conseguir un vehículo unipersonal?
-Si se
refiere a un monotaxi, puedo pedir a uno que venga.
-Y como se
conducen los monotaxis?
-Usted se
sienta en el y pide ayuda. Este le indicará que hacer. En realidad
solo debe indicar el destino. De hecho, puede indicarme el destino a
mi y yo se lo comunicaré al monotaxi.
-Y cuanto
tardaría en llegar?
-El mas
próximo, unos 2 minutos.
-Genial,
pedime uno!- Era indudable que las nuevas ciudades tenían sus
beneficios. Ahora podría llegar al centro de indumentaria y volver
cambiado antes de la llegada de Cale.
-El
vehículo esta en la puerta Jorge- Dijo la computadora de la casa.
-Joya-
Jorge salio de la casa inmediatamente, y se encontró con una suerte
de silla de ruedas carrozada esperandoló en la puerta. Tenia una
compuerta transparente sobre el frente del vehículo, que permanecía
abierta hacia un costado. Adentro solo había una butaca, muy cómoda
en apariencia, y suficiente lugar como para acomodar bien las
piernas. Jorge no lo dudó un segundo y se sentó en esta.
Inmediatamente, la compuerta se cerró y el vehículo comenzó a
andar. Jorge sintió cierta decepción al notar que el monotaxi
apenas si avanzaba a la velocidad de un hombre trotando. Mas por su
experiencia en este mundo nuevo, intuyó que seguramente esta cosa
podría ir mas rápido.
-Velocidad
máxima por favor- Dijo Jorge en voz alta.
El pequeño
vehículo aceleró suavemente.
-Velocidad
máxima alcanzada de 20 km por hora. Tiempo estimado de arribo, 2
minutos, treinta segundos- Dijo la computadora del monotaxi.
“Podría
ser peor” pensó Jorge ” De todas formas es un tiempo mas que
aceptable para mis necesidades, y desde ya que es mas rápido que si
hubiera ido caminando”
Habiendo
solucionado el tema del traslado, Jorge comenzó a preocuparse sobre
como seria el tema de la ropa en el centro de indumentaria. Como
haría para elegir que ropa ponerse? Seguramente tardaría unos 20 a
30 minutos en decidirse. Era mucho tiempo. Si tan solo supiera como
comunicarse con Cale para decirle que venga un poco mas tarde.
En esas
cavilaciones estaba cuando el monotaxi se detuvo lentamente y su
computadora dijo:
-Hemos
arribado a destino. Centro de indumentaria.
La entrada
del centro de indumentaria era muy parecida a la del Centro de
provisiones. Tenían una fachada similar y en la parte de arriba un
cartel que decía “Centro de Indumentaria” y varias puertas que
se habrían automáticamente,
Adentro era
bastante diferente. El centro de indumentaria consistía de varios
cuartos, como los probadores de las tiendas de ropa de la época de
Jorge, salvo que estos eran un poco mas grandes y con los muros
completamente espejados. También tenían dos pequeños bancos en el
centro y un colgador de ropa. La puerta de ingreso era transparente,
lo cual contrarió bastante a Jorge, que pensó que lo verían
desnudo cuando se cambiara. Pero como no se había cruzado con nadie
al entrar, no le dio importancia. Se cambiaría de ropa todas las
veces que fuera necesario y si lo veían desnudo, peor (o mejor)
para ellos, no tenia tiempo para preocuparse por eso ahora.
“Y bue,
adonde mierda esta la ropa?” se preguntó Jorge. Inmediatamente,
recordó la palabra mágica:
-Ayuda-
Esta sonó hasta casi desahuciada. A él mismo le causo gracia el
grado de angustia que le estaba causando esta situación. De golpe,
se dio cuenta que después de un largo tiempo, se estaba ocupando de
algo. Estaba de alguna manera recuperando las ganas de vivir. Estaba
comenzando a reconciliarse con la nueva sociedad. Pero inmediatamente
borro todos estos sentimientos de su mente. El Jorge de la vieja
escuela volvió a surgir en sus pensamientos y no estaba dispuesto a
dar el brazo a torcer. Jamas demostraría que le gustaba vivir como
lo hacia ahora. Por suerte, la voz de la computadora interrumpió sus
cavilaciones.
-Buenas
noches Jorge, en que te puedo ayudar?- Jorge se preguntó como mierda
la computadora sabia su nombre, pero no se molesto en tratar de
averiguarlo. Su prioridad en ese momento era vestirse adecuadamente.
-Necesito
ropa- El apuro lo estaba condicionando. Jorge no podía ordenar sus
ideas.
-Has
llegado al sitio correcto, que tipo de ropa necesitas- Por suerte, la
computadora lo ayudaba un poco.
-No se,
ropa de etiqueta, supongo, tengo que ir a un bar esta noche,
acompañado de una linda chica, que es mucho menor que yo.- En ese
instante, cayó cuenta de que le hablaba a una computadora, de la que
ni siquiera sabia a ciencia cierta donde estaba, como si fuera una
persona mas.
-Puedo
mostrarte ropa de etiqueta, aunque no creo que sea lo que necesites
para ir a un bar. También puedo mostrarte ropa de diseñadores
jóvenes, quizás esto sea mas adecuado.
Jorge se
sorprendió del consejo de la computadora. Era justamente eso lo que
deseaba oír. aunque tenía miedo que la computadora le muestre cosas
muy modernas.
-Bueno,
mostrame diseñadores jóvenes, pero cosas mas bien clásicas.
-Entiendo-
dijo la computadora. Inmediatamente, en el espejo que estaba frente a
Jorge, aparecieron un montón de pequeñas fotos de remeras, camisas,
pantalones y accesorios. La computara le dijo entonces a
Jorge-Selecciona el que te parezca conveniente, tocándolo en el
espejo.
Jorge tocó
una remera blanca y un pantalón bastante similar a un jean. También
seleccionó unas zapatillas negras no muy llamativas, de caña alta.
Inmediatamente en el espejo que estaba frente a el y en los dos del
costado, apareció el mismo, vestido con las prendas que había
seleccionado. Jorge se quedo quieto un instante, sin comprender bien
lo que estaba pasando. Lentamente, comenzó a mover un brazo. La
imagen del espejo se movía como el, pero seguía vestido con la
indumentaria seleccionada. Jorge se miro la ropa. Nada, seguía
vestido como cuando había entrado al cambiador. Entonces entendió
porqué no había estantes ni compartimentos con ropa por ningún
lado. Evidentemente, la computadora proyectaba las prendas
seleccionadas sobre su figura en el espejo. Jorge notó que la remera
le resultaba un poco holgada.
-Me
gustaria que la remera fuera ajustada al cuerpo
De joven,
jorge había trabajado bastante su cuerpo, y hoy, al estar flaco,
había recuperado una buena figura. No estaba de mas mostrarla un
poco. Inmediatamente, la remera de la imagen del espejo se ciñó a
su cuerpo. Jorge se mostró conforme.
-Asi esta
perfecto, solo me gustaría una campera de cuero, aunque no creo que
tengas.
-Por
supuesto que si- Inmediatamente se desplegaron varias fotos de
camperas en el espejo-pantalla.
Jorge
seleccionó una, la cual inmediatamente se proyecto sobre su cuerpo,
como si la tuviera puesta. A jorge no le gusto la combinación de la
campera con las zapatillas. Comento para si mismo en voz alta:
-Mmmm,
quedaría mejor una campera de Jean- Ipso facto, la campera de cuero,
se transformó en una de jean. Jorge sintió que tenia 25 años
menos. Se sintió muy conforme con su elección. Estaba elegante,
simple, no parecía un viejo, pero tampoco desentonaba con su edad.
Se miró de costado, de frente, de todos lados. Estaba todo bien.
-Te gusta
como estas vestido? -preguntó la computadora.
-Si si,
realmente estoy muy conforme
-Lo llevas
entonces?
-Si, lo
llevo.
-Espera un
instante entonces.
Luego de
unos 30 segundos, un cajón se abrió detrás de Jorge, al lado de la
puerta de entrada. En este cajón estaban las prendas que había
seleccionado. Se preguntó si estas realmente le quedarían como en
la proyección y concluyó que no había mas remedio que probárselas
realmente. Entonces recordó que la puerta de entrada al cuarto era
completamente transparente. Todos lo verían cambiandosé. Aunque no
sabia si había alguien ademas de él en el centro de indumentaria.
-Ayuda –
dijo entonces.
-Que se te
ofrece -Preguntó la computadora.
-Podrías
oscurecer la puerta.
-Puerta
opaca 100%
Ya mas
cómodo, Jorge se cambió rápidamente de ropa y pudo comprobar que
esta le quedaba tal cual lo había anticipado en la proyección.
Aunque cada
vez tenia menos argumentos para sorprenderse, no podía evitar
hacerlo. De hecho, el era un hombre que en su momento había tenido
contacto con las novedades tecnológicas, y realizando un pequeño
repaso mental, recordaba varias tecnologías de las actuales que ya
estaban presentes en su tiempo. El problema era que en su época
resultaban muy caras de implementar o de fabricar en forma masiva.
Hasta aquí,
había conseguido todo lo que necesitaba, y en mucho menos tiempo del
que había estimado. En vista de esto, decidió que un perfume y un
poco de gel fijador no le vendrían para nada mal. Solo esperaba que
el centro para adquirir tales elementos no quedara muy lejos.
Preguntó entonces:
-Donde
puedo conseguir perfume?
-Aquí
mismo.
-Bueno, y
como ?
-Seleccionalos
de la pantalla por favor-Y sobre el espejo aparecieron una serie de
perfumes.
Instintivamente
Jorge toco uno de ellos y de pronto el cuarto se inundo de un fresco
aroma. Jorge presionó un par de veces mas y noto como luego de unos
segundos el aroma cambiaba. Luego de un par de pruebas se decidió
por uno y mientras lo señalaba en la pantalla dijo:
-Quiero
este!- Nuevamente esperó unos segundos y un pequeño frasco aparecio
en el cajon detras de él.
-Debes
devolver el envase cuando quieras otro perfume o mas de este -Dijo la
computadora.
-No hay
problema..., que hago con la ropa que traje?
-Puedes
llevarla de vuelta a tu casa o bien dejarla en el cajón para
acondicionarla y que alguien mas la use.
Jorge dejó
sus antiguas prendas en el cajón, comprendiendo que si queria mas
ropa, ya sabía como obtenerla. Después de todo, tenia otras dos
mudas iguales en su casa.
-Y gel? -
Jorge instintivamente se paso la mano por el pelo, haciendo un ademan
como si se estuviera peinando
-No
entiendo a que te referís, hay muchos tipos de gel para varias
aplicaciones.
-Fijador de
pelo – Atino a decir Jorge, pensando que este detalle podría dar
mas pistas a la computadora.
-Si,
tenemos fijador de pelo, alguno en especial?
-Cualquiera,
elegí vos, el mas común y convencional que encuentres- Ya tendría
tiempo de indagar mas tarde que tipos de gel existían ahora.
Nuevamente,
esperó unos segundos y en la caja apareció un pequeño frasco. En
este, había una sustancia viscosa y transparente.
-Tengo que
devolver el envase verdad...?
-Exactamente-
Si no fuera
porque sabia que era una computadora, Jorge hubiera jurado que le
estaba hablando un ser humano y hasta podía adivinar que esta
respuesta la diría con una sonrisa.
-Así lo
haré, Gracias por todo- Dijo entonces, y rápidamente se puso en
marcha hacia la salida, pero entonces recordó que debía llamar al
monotaxi. Estaba ya por pedir ayuda a la computadora cuando vio al
monotaxi que lo había traído aun en el lugar en el que lo había
dejado.
Corrió
hasta la puerta, temeroso de que alguien mas lo llamara, e
inmediatamente se sentó en el habitáculo.
-A casa-
dijo, medio agitado. No sabia su dirección, pero si la computadora
había reconocido su nombre, entonces sabría adonde quedaba su casa.
Efectivamente,
el monotaxi desanduvo el camino que hicieran de ida, hasta llegar a
su casa. Cuando llegaron, Jorge se bajo e instintivamente preguntó:
-Cuanto te
debo- Casi al instante se dio cuenta de su error, y sonriendo
agregó-Deja, no me hagas caso- El monotaxi no emitió respuesta
alguna.
Jorge entró
a la casa, y se fue al baño, donde se perfumó y peino con el gel
que había traído del centro de indumentaria.
-Caléndula
acaba de avisar que esta en camino hacia aquí- Dijo la computadora
de la casa.
Jorge se
sintió invadido por una ansiedad incontrolable. Se sintió como
cuando tenía 16 años. Se sintió joven otra vez, y tomar conciencia
de esto lo puso de mejor humor aun. Sonó el timbre:
-Es
Caléndula – Dijo la computadora – La dejo pasar.
-Esperá,
quiero recibirla en persona-
Jorge se
acercó hasta la entrada de la casa. Presiono el botón para abrir la
puerta. Tras de esta, estaba Caléndula, despampanante, radiante y
bella.
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